martes, junio 28, 2005

Cómo venderse?

El coaching no es una actividad que sea particularmente fácil de describir. Parece karmático esto en mi: también me costó mucho explicar, en su momento, qué podía hacer yo como socióloga.
Me parece que la promoción de los servicios de coaching, sea como sea que los entendamos, implica hacer que el posible cliente entienda de qué estamos hablando y que se de cuenta del beneficio que obtendría al contratarnos. Que es igual que para cualquier profesional independiente. Y en ese proceso, deberíamos construir una relación. Antes de comprar nuestras soluciones, los futuros clientes necesitan conocernos, sentirse a gusto con nosotros, confiar y respetarnos a nosotros y al conocimiento que tenemos del tema que estamos vendiendo. Mostrémosle nuestro sentido del humor, nuestro placer de trabajar en eso, el entusiasmo (recordemos que significa lleno de Dios) que nos provoca, y que por eso somos expertos en la materia. Ahí entra el tema del nicho, pero me detengo en eso otro día.
La misma actitud vale para establecer la relación con un grupo de gente que participa en un taller, por ejemplo. Tal vez asumimos que ellos saben de que se trata y que tienen expectativas razonables sobre lo que vamos a trabajar y lo que van a recibir. El problema es que los que con seguridad lo saben son los que nos contrataron. Que no son los que están en el taller. Con ellos, para no fracasar, tenemos que vendernos tal como si fuera un cliente que todavía no contrató. Romper el hielo es más que hacer un chiste y después mandarse de lleno con los contenidos. A mi me sirve contar anécdotas personales pertinentes al tema, hacer un diagnóstico en el momento con la participación de todos - que siempre es el piso para la actividad que voy a desarrollar después -, “tirar toda la carne a la parrilla” como decimos acá, con lo que quiero decir algo así como asumir que habrá un nivel de comprensión alto de los conceptos, aunque tenga que adecuar el lenguaje al tipo de público, mostrar lo que sé pero no hacerme la agrandada, ofrecerme para la consulta vía e-mail todas las veces que quieran, prometer y cumplir confidencialidad, flexibilizar los contenidos y pensar activamente en cómo seguir desarrollando la actividad para un mayor beneficio de la gente sin apegarme rígidamente a lo pactado,.... y seguramente otras cosas más.
Al fin y al cabo, me doy cuenta que no hablo de cómo vender el coaching.

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