sábado, junio 11, 2005

Legitimar: una cuestión de todos los días

Olga Oviedo, quien fué una de mis supervisoras en el entrenamiento en coaching, hace cerca de nueve años que trabaja en programas de formación de coaches y en organizaciones. Olga me manda una reflexión que me parece interesante compartir:
"En estos años, y dada mi formación, siempre puse especial atención a la inclusión de prácticas corporales en los entrenamientos. Ejercicios que tuvieran en cuenta los elementos tierra, aire, agua y fuego, me parecían claros aunque siempre me topé con la incomodidad que generaban en la mayoría de los participantes. Y con el tiempo a mí también me invadía cierta sensación de malestar al proponerlos. ¿Qué podrían sacar de positivo de estos ejercicios si la mayor parte de su energía parecen dedicarla a resistirse?, pensaba.
Mis argumentos: estamos acá para desafiarlos, la incomodidad de esta gente está dada por la falta de práctica, la gravedad, el olvido del cuerpo, el miedo al ridículo - y otras explicaciones del mismo estilo -. Dadas estas explicaciones, nunca legitimé esa incomodidad que registraba. Nunca.
Mi propio malestar venía creciendo. Se le sumó una experiencia en una compañía determinada que me llevó a replantearme algunas cuestiones. En primer lugar, existe una delgada línea que separa la legitimación del malestar del otro con el hecho de comprarle la historia; en segundo lugar, cómo articulo yo, una particular observadora de fenómeno coaching, la corporalidad en la estructura de coherencia cuerpo-emoción-lenguaje, cómo puedo mostrarla, desde qué emoción. ¿Es posible que la muestre a todos de la misma manera?
¿Qué busco como coach al proponer un trabajo con el cuerpo? Que estas personas que trabajan bajo presión constante despierten al cuerpo, que tomen conciencia acerca del cuerpo que son. Que aprendan a sentir su propio cuerpo para poder actuar coherentemente. Que empiecen a percibir sus posturas, su respiración, también sus humores, sus estados de ánimo. Que puedan tenerse en cuenta a la hora de actuar.
¿Es necesario someterlos a ejercicios que les resulten incómodos? ¿La incomodidad enseña? La letra con sangre ¿entra? ¿Siempre hay que quebrar la transparencia? ¿No puede uno sencillamente mostrarla, crear el contexto para que el otro la vea? Legitimar la experiencia del otro ¿también significa revisarme? ¿O yo, por ser coach tengo el privilegio de no tener en cuenta los juicios de los otros respecto de mi accionar? ¿Al coach le sirve el juicio del otro para mejorar? ¿Cómo?
Como consecuencia de este quiebre, mi propuesta de trabajo cambió. Suelo incluir caminatas al aire libre, algunas teatralizaciones, juegos de ingenio, adivinanzas, ejercicios de respiración para empezar a despertar al universo del cuerpo y la emoción. Los participantes no oponen tanta resistencia y parecen tener más energía al servicio del aprendizaje. Un aprendizaje que sienten menos lejano de su tarea diaria y más aplicable.
Creo que siempre hay zonas en las que operamos desde la tolerancia, pensando que un día el otro se va a dar cuenta de lo equivocado que está.
Legitimar la incomodidad, el malestar del otro tiene para mí relación directa con la tarea cotidiana del coach. A veces como consecuencia de esa legitimación puedo hacer una pregunta, buscar alguna historia, sugerir alternativas, cuestionar observadores y otras sencillamente pongo en remojo aquello que gatilló la incomodidad, lo suelto y me permito crear algo distinto. El coaching es una danza que necesita de la legitimación para ser.

1 Comments:

Blogger Andrea Gregoris said...

Viviana:
Antes que nada te quiero felicitar y agradecer por haber dado el puntapié inicial en un espacio de diálogo como este!! Gracias Olga por haberme pasado el link.
Soy Andrea Gregoris, tuve la suerte y el honor de haberme formado con Julio Olalla en Estados Unidos y luego cruzar todo eso con la Danzaterapia y los estudios de la licenciatura de Comunicación. Desde acá, desde estos enfoques, más Gestalt,más otras danzas es que te escribo y me sumo a la puerta que abrís de diálogo, reflexiones abiertas, retóricas, disgresiones y otras yerbas.
Leí hace un tiempo el blog y me quedé con ganas de compartir el fogón de comentarios alrededor de lo corporal. Es un tema que me moviliza porque estoy articulando mucho la Danza Movimiento Terapia y el Coaching Ontológico haciendo mucho énfasis en lo C. O. Corporal.
Lo que comparta acá es fruto de mi propio recorrido en coaching y de los talleres de corporalidad y emocionalidad que doy a gente que se formá en esta disciplina y a Coaches que quieren profundizar el abordaje desde el cuerpo.

Tengo un registro similar al de ustedes ante una de las tantas formas de trabajar con energías. Antes que las metáforas prefiero los nombres descriptivos ( apertura, determinación, flexibilidad,estabilidad, centramiento).Es más, quisiera encontrar otro nombre para energías pero por ahora no me sale.
En parte no uso esas metáforas porque quiero evitar el esterotipo. El agua puede ser fuerte, tranquila, quieta, dura,transparente, no sólo fluída. Si la asocio a una sola energía restrinjo-desde la consigna- el abanico de oportunidades y de posibilidad de imaginar otras formas de experimentarla. Desde lo experiencial para el coachee no brindaré todas las posibilidades que podría haber.

Por otro lado, creo que por el encuadre de la Danzaterapia, pongo una huella muy muy fuerte en no generar resistencias. Y si aparecen, no creo que sean sólo por las ganas del sistema de mantener la vieja coherencia, sino porque tal vez estoy aplicando dinámicas en momentos equivocados ( demasiado pronto tal vez).
Creo que entrando por una via de comodidad es más facil lograr el piso de confianza necesario donde después sí, casi en un mutuo consentimiento, pueda desafiar. Y aún así, no sé si siempre es necesario hacerlo por la via dura. Lo dudo.Justamente como el cuerpo se olvida y genera incomodidad, mejor hacer un tránsito agradable, para que den ganas de quedarse. es como el proceso de aprendizaje no? Una cosa es cuando decimos que podemos divertirnos y aprender y otra cosa es cuando oimos: para aprender hay que sufrir, estar serio, pegar la cola a la silla y nada más....
Pareciera que si no cuidamos estos aspectos dejaremos de legitimar el malestar del otro, como bien vos decís, y pondremos nuestra propia explicación:" Tiene que tener malestar porque el proceso es así, así que seguiré de largo y no prestaré atención a eso..."
De ahí a cerrarse y justificarse el sistema en sí mismos tenemos un paso....Y reconozco en esto un miedo personal: que el coaching sea un cuerpo de conocimientos como centrípeto, muy centrado en sí mismo, con capacidad como de fagocitarse y ser pedante si no se cuida...

Vos preguntás "¿Es necesario someterlos a ejercicios que les resulten incómodos?" Y yo digo - y creo que pensás lo mismo- No!!. No me paro en esa vereda. Quiero cuidar al otro, no exponerlo a la vulnerabilidad.En todo caso sabré darme cuenta de cuándo está preparado para otro nivel...
"¿La incomodidad enseña? La letra con sangre" Y....me paro en tu misma sensación..creo que no.

Esto lo articulo con lo siguiente: percibo que a veces existe esta postura: Sólo nos basaremos en hechos reales como coaches para darles legitimidad. Porqué es menos legítimo y real una sensación, emoción y un sentimiento, una percepción que un hecho o juicio argumentado?. No me abriría puertas de interpretación nuevas el danzar con las sensaciones y percepciones del coachee más allá de que hayan sido dichas desde otro lugar al que mi coachee las comprendió? Dónde me paro como Coach en mi estrategia a seguir? En que la fundamentación del coachee no está bien argumentada o en trabajar justamente con esa sensación y perceción que trae?

Creo que a medida que pasa el tiempo, los que trabajamos en esta joven disciplina vamos encontrando nuevas preguntas, nuevas articulaciones,nuevos caminos.Brindo por este espacio de encuentro y de nuevo te loa agradezco.Ojalá sigamos danzando con palabras y miradas que nos enriquezcan en nuestro trabajo como Coaches.
Andrea

12:37 p. m.  

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